Documento redactado el 29.08.1942 por el recien nombrado comandante de la 2. Pz.Div., Generalmajor Arno von Lenski, donde tras las elevadísimas bajas sufridas de personal experimentado durante la 'Operación Seydliz' y posteriores batallas defensivas en Rshew, hace un llamamiento a los comandantes para combatir con dureza el progresivo deterioro de la moral de combate de la división.

Puesto de Mando de la División, 29.08.1942

2. Panzer-Division

- Comandante -

Anexo a 162/42 g.Kdos.







Las prestaciones de la División en los combates de las ultimas semanas han sido grandes. El decisivo éxito que hemos logrado ha sido reconocido por nuestros superiores. Muchas partes de la tropa de la División han perdido a la mayoría de sus oficiales, suboficiales y experimentados soldados. Sé lo difícil que es, para los miembros del viejo núcleo de la División en cooperación con el nuevo y generalmente insuficientemente instruido reemplazo, continuar cumpliendo como hasta ahora con las misiones asignadas . Esto es especialmente válido cuando la tropa combate sobre un muy ancho sector y la influencia que los pocos, viejos y experimentados soldados pudieran ejercer sobre el reemplazo se vé muy dificultada. Reconozco con satisfacción que a pesar de todo muchas partes de la tropa han cumplido con su deber. En cambio en otras partes de la tropa se han dado fenómenos hasta ahora desconocidos en la 2. Panzer-División. Estos fenómenos constatan que la moral de combate ha descendido de una forma muy preocupante y que incluso una parte de los oficiales y suboficiales no han cumplido con sus obligaciones.


Se han dado los siguientes casos:

  1. Frente débiles ataques de la infantería rusa en muchas ocasiones partes de la tropa han retrocedido. En estos casos las posiciones de artillería, armas anticarro pesadas y cañones antiaéreos, en lugar de ser aprovechadas para la creación de nuevos nidos de resistencia, han sido abandonadas. El que los males sufridos no hayan sido mayores se debe unicamente a la valentía de unos pocos oficiales que mediante la realización de contragolpes han frenado estos movimientos de repliegue.

  2. Al aparecer carros de combate enemigos otras partes de la tropa han abandonado sus posiciones y huído, en lugar de buscar protección en sus trincheras y dejarse arrollar por ellos. Debido a este comportamiento han sufrido muy elevadas bajas y las armas anticarro no han dispuesto de la protección de la infantería.

  3. Armas ligeras y pesadas han sido abandonadas sin hacer abolutamente nada por defenderlas ó al menos recuperarlas, amenazando de este modo gravemente la futura capacidad de defensa.

  4. En todas las partes de la tropa se ha instaurado una actitud de indiferencia frente a las armas y el equipo que es totalmente insostenible. Herramientas para cavar trincheras, munición y resto de equipo es abandonado para horas más tarde lamentar su amarga escasez.

  5. He tenido que constatar que muchos oficiales no están preparados para resistir el esfuerzo y las emociones del combate y son incapaces de tomar las necesarias medidas tácticas. Así p.e. no han logrado imponer con la suficiente energía a sus hombres el refuerzo de las posiciones así como la toma de las necesarias medidas de reconocimiento y protección. La necesaria y estrecha comunicación con los vecinos ha sido descuidada, urgentemente necesarios bloqueos y voladuras no han sido llevados a cabo.
Es obligación de todos los comandantes acabar con todas estas deficiencias ahí donde se estas se produzcan. Solamente así podremos lograr mantener la gloriosa tradición de la 2. Panzer-Division.


En este sentido ordeno lo siguiente:

  1. Todo oficial, suboficial y soldado debe ser consciente que su actual posición tiene que ser defendida con su vida hasta el final. Todo soldado que abandone su posición, todo jefe que no tome todas las medidas posibles para defenderla ó recuperarla, debe contar con los más duros castigos, en casos graves incluso con la pena de muerte.

  2. La experiencia demuestra que los soldados no deben temer un ataque acorazado ruso si buscan protección en sus agujeros, se dejan arrollar por los carros de combate y combaten a la infantería atacante. Como demuestran las altas cifras de vehículos acorazados destruidos por la División, los carros de combate que logran superar nuestras líneas son siempre destruidos por nuestras armas anticarro.

  3. Todo soldado es responsable de sus armas. Esto es especialmente válido para las dotaciones de las armas pesadas. El mantenerlas es una cuestión de honor para cada soldado y para toda la tropa. Quien sin razones imperiosas se las entrega al enemigo, incluso sin destruir, actúa deshonrosamente. Los jefes de unidad deben mediante meticulosos controles identificar a los hombres que han abandonado temerariamente equipo de pequeñas dimensiones, herramientas para cavar trincheras, etc.

  4. Los comandantes deben tomar las medidas correspondientes para que aquellos hombres que abandonen sin motivo su posición sean identificados y castigados.

    Debe incrementarse el riguroso control de todas las vías hacia la retaguardia en búsqueda de desertores. Todo aquél que bajo la excusa de recoger munición ó trasladar heridos sea localizado en ellas sin poseer una justificación de su jefe de unidad debe ser arrestado. Tras su identificación estos hombres deben ser enviados de nuevo al frente bajo el mando de oficiales, en casos de emergencia, de suboficiales. Adicionalmente todos los vehículos deben ser controlados y asegurar que además del acompañante especificado no se encuentra nadie más en ellos.

  5. El transporte de heridos debe regularse con previsión sirviendose de vehículos Panje. El empleo para este fín de remolcadores de armas pesadas unicamente se realizará en casos excepcionales. En ningún caso su empleo debe conducir a la pérdida de las armas pesadas, p.e. en el caso de necesarios cambios de posición. Debe asegurarse que los heridos son asignados a hospitales de campaña y que soldados con heridas leves no sean trasladados a lejanas instalaciones sanitárias en la retaguardia.

  6. La actual situación obliga a lanzar a las nuevas tropas de reemplazo asignadas inmediatamente al combate. Todos los viejos oficiales y soldados tienen la obligación de emplear cada minuto en instruirlas y muy especialmente en controlarlas permanentemente durante las operaciones de combate.

  7. Debe prestarse una especial dedicación a la instrucción y el adiestramiento de los jovenes oficiales y de la tropa que ocupa puestos de suboficial. Tienen que ser conscientes que, a pesar del agotamiento, deben con la máxima energía obligar a la tropa a tomar las medidas necesarias. Tambien son responsables de la observación del campo de batalla y de que el enemigo no sea perdido de vista, de que cada minuto sea empleado en reforzar la posición así como de que en cooperación con los vecinos se establezca un completo plan de fuego. En aquellos casos donde la posición se encuentra en un terreno confuso debe mediante una constante actividad mantenerse la comunicación con todos los hombres y de este modo desprenderles del sentimiento de abandono. Su misión más importante es la de, en casos donde el enemigo ha superado nuestras líneas ó bien para aprovechar una situación ventajosa, arrastrar a sus hombres y resto de soldados disponibles a la realización de contragolpes.
Espero que estas directivas se conviertan rapidamente en patrimonio común de la tropa con el objetivo de que la 2. Panzer-Division pueda mantener en el futuro su reputación como una división curtida en la batalla.


Esta orden debe darse a conocer a todos los oficiales y posteriormente ser destruida por los comandantes. Por analogía debe emplearse para informar a la tropa.





Firmado: von Lenski