Documento redactado el 22.05.1940 por el Oberstleutnant Sieckenius desde un hospital militar en Halle donde describe sus vivencias como comandante del Pz.Abt. 66 durante el avance de la 7.Pz.Div. desde las Ardenas belgas hasta Cambrai entre los días 10.05. y 19.05.40, fecha en la que el Oberstleutnant resultaría herido.

Nota:

  • Interesantísimo documento donde a pesar de su caótica estructura (a diferencia del documento original me he permitido la licencia de añadir puntos y aparte en la traducción para facilitar su lectura) podemos encontrar una série de puntos que merecen ser destacados: el agotamiento físico de las tropas alemanas que participaron en la Guerra Relámpago así como el uso de metanfetamina (Pervitin) para combatir el sueño, la curiosa reacción de los soldados franceses ante la aparición por sorpresa de las puntas de ataque alemanas así como la própia sorpresa de los alemanes frente a esta reacción. Tambien resulta interesante constatar en este temprano documento el empleo por parte de Sieckenius en varias ocasiones del término 'fantasma'/'fantasmagórico' para describir el rápido avance y la aparición ahí donde el enemigo no lo esperaba de las puntas acorazadas alemanas. Pudiera tratarse del orígen del apodo de la 7. Pz.Div. como la 'división fantasma'.

  • Como complemento a este documento pueden leerse aquí las memórias de un Leutnant del Panzer-Regiment 25 sobre sus vivencias en las mismas fechas y mismo escenário y donde tambien aparece el Oberstleutnant Sieckenius. De hecho es muy probable que el Panzer IV del Leutnant fuese el vehículo que en este documento se describe fué alcanzado en Cambrai por fuego de cañón anticarro disparado desde sotanos.

  • Sieckenius asumiría en el transcurso de la guerra el mando del III./Pz.Rgt. 25, del Pz.Rgt. 2, de la 16. Pz.Div., 263 Inf.Div. y de la 391. Sicher.Div. A finales de Abríl de 1945 el para entonces ascendido a Generalmajor Rudolf Sieckenius se suicidaría ante la inminente capitulación de su división a las tropas soviéticas.

Res. Lazarett II, 22.05.1940

Oberstleutnant Sieckenius








En nueve días desde el Rin hasta el Escalda




Los nueve días de guerra en los que pude participar han estado tan repletos de impresiones, han sido tan atroces y fantasticos que ni yo mismo lo hubiera podido antes imaginar. El primer día avanzamos al sur de St. Vith en Bélgica, posteriormente norte de Laroche - Dinant - Philippeville - Avesnes - Landrecies - La Cateau - Cambrai.

Cruce del Ourthe por la noche a través de un vado de 60 cm de profundidad unicamente transitable para carros de combate. Algunos camiones son remolcados por los carros de combate, las motocicletas del pelotón de reconocimiento son cargadas sobre ellos. A la mañana siguiente ataque acorazado sobre el Mosa. Ilgen con su batallón y con infantería a la izquierda, el resto del regimiento, el batallón de motocicletas y la primera compañía de mi batallón a la derecha. Frente a nosotros una división mecanizada francesa. El terreno ligeramente ondulado, muy extenso y perfectamente apto para carros de combate. Pronto nos topamos con la primera resistencia situada en una arboleda y bien organizada. Corto pero violento combate, los cañones anticarro enemigos, bien camuflados, disparan con buena puntería a una distancia de entre 10 y 20 metros. Teniendo en cuenta la situación relativamente reducidas bajas própias: aproximadamente siete vehículos.

La marcha continúa. Tras repetidos combates a las 16:30 horas alcanzamos nuestro objetivo en el Mosa. Desde ahí durante la noche se fuerza el franqueo del río. Acantilado! Enemigo duro, importantes pérdidas própias pero finalmente se logra el cruce. En el transcurso del día siguiente y bajo el fuego de la artillería enemiga los carros de combate cruzan el río en transbordadores. Un transbordador con un Panzer IV se hunde, una dura pérdida, especialmente porque no disponemos de otro transbordador. A las 19 horas mi batallón vuelve a estar preparado para atacar. El I./25 avanza delante de mí para apoyar a la infantería cercada. Combates dificiles. La primera compañía del Pz.Abt. 66 avanza a través de la carretera principal en dirección oeste, se nos unen Stukas. Un espectacular combate en un sector de 15 Km. Los efectos de los Stukas son devastadores. El enemigo ha sido totalmente sorprendido. Ahí donde llegamos nos encontramos con muerte y destrucción. Disparamos hacia todas direcciones. Arrollamos 17 cañones anticarro y de artillería, desgraciadamente a nuestra derecha sufrimos bajas provocadas por el fuego de cañones anticarro. Al oscurecer hemos alcanzado nuestro objetivo. Durante la noche labores de protección y combate contra carros de combate enemigos, pérdidas en ambos bandos. Todavía durante la noche los carros de combate son repostados y amunicionados individualmente.

A la mañana siguiente avance desde Philippeville hasta Clairfontaine. Ilgen, yo y de nuevo Stukas. Tras 6 Km ataque de carros de combate contra nuestro flanco. El ataque es rechazado. Nuestros proyectiles alcanzan su objetivo pero al parecer no logran perforar el blindaje enemigo. El avance continúa a través de un bosque donde los Stukas han provocado estragos entre los convoyes enemigos. Ilgen gira hacia la izquierda en dirección Philippeville, yo avanzo campo a través hacia Clairfontaine. Por la tarde hemos alcanzado nuestros objetivos. Una série de carros de combate ya no se encuentran operativos, mi vehículo de mando tampoco puede más y tiene que ser remolcado por un Panzer IV. En Clairfontaine dos carros de combate enemigos son destruidos y desde los altos se ataca con gran efectividad convoyes enemigos. Establecemos una cabeza de puente, cada 200 - 300 m un carro de combate, todo! A derecha e izquierda los franceses retroceden. Durante la noche la infantería se une a nosotros para apoyarnos en labores de defensa.

Estoy totalmente agotado pero tengo que reestructurar las unidades, algo difícil debido a la escasez de vehículos de ruedas y las grandes distancias. Tres días y tres noches sin dormir, he comido unicamente dos rebanadas de pan y tengo una increible sed. Al día siguiente gozamos de una pausa para poder reordenarnos. Los vehículos precisan de una necesaria revisión, las ruedas guías tiene que ser liberadas de alambre de espino, etc. Al día siguiente los jefes de los convoyes de abastecimiento, escuadra de mantenimiento, pelotón de reconocimiento, etc. nos dirigimos a Clairfontaine. Parecemos cerdos, estamos sucios, pegajosos y no nos hemos afeitado desde hace días. Me tambaleo por el cansancio, tengo que tomar varias pastillas de Pervitin. Los radiotelegrafistas a penas pueden mantenerse despiertos. Y aún y así esto solamente era el principio! Me aseo y cambio de ropa y antes de haberme vestido por completo llegan ordenes de en una hora volver a iniciar la marcha. Mon dieu!

Estamos preparados para avanzar hasta la frontera francesa donde nos espera la línea de búnkers. Terreno muy difícil y confuso, muchos setos, la carretera ha sido minada por lo que hemos de abandonarla. La primera compañía del Pz.Abt. 66 y el I./25 son estructurados como un solo batallón del que yo asumo el mando, detrás de mí Ilgen. Por la noche alcanzamos los primeros búnkers. Las defensas abren el fuego a 20 metros, dos de nuestros vehículos son destruidos; desde la derecha somos tambien atacados por cañones anticarro: el vehículo de mando de la compañía pesada es alcanzado, el radiotelegrafista pierde una pierna, el comandante no sufre heridas. Mi vehículo, que se encontraba al lado del carro de combate alcanzado, retrocede y busca protección. La artillería enemiga dispara sobre nosotros con proyectiles de calibre medio. Cómo superar la línea de búnkers? Buena pregunta. Frente a nosotros profundas barreras de alambre de espino, detrás de ellas un profundo foso antitanque. La carretera está bloqueada por grandes erizos antitanque. Qué hacer? La única posibilidad es volar los erizos y sin saber exactamente qué se esconde detrás de ellos avanzar a través de la carretera. Entretanto ha anochecido. Como es habitual, tambien hoy, el comandante de la división ha acompañado el ataque desde un carro de combate. Tras volar los erizos antitanque en la carretera se produce un largo silencio, dos bengalas luminosas muestran que la carretera es transitable. A toda velocidad y disparando en todas direcciones atravesamos la línea de búnkers. Sufrimos algunas bajas pero la mayoría de nosotros logra superar esta línea.

Avanzamos sin pausa hacia Avesnes. Avanzamos a la velocidad de un viento diabólico. Vehículos franceses que se cruzan por nuestro camino son destruidos, las localidades por donde pasamos son regadas con proyectiles disparados por nuestros carros de combate de 7,5 cm. Y de este modo, como un fantasma que provoca muerte y destrucción, avanzamos profundamente en las líneas de un enemigo totalmente sorprendido. A medianoche alcanzamos Avesnes. Hemos avanzado en total 30 Km pero todavía podemos lograr más.

En Avesnes nos topamos con convoyes franceses a los que ignoramos y continuamos la marcha. De repente a nuestra izquierda vemos 3 - 4 carros de combate franceses de 18 toneladas. Nuestro primer vehículo no los ha atacado. Puede ser que hayan sido abandonados? Todo sucede muy rápido, no hay tiempo para acercarse y controlarlos, avanzamos y los dejamos de lado. Desgraciadamente una parte de mi batallón al atravesar durante la noche Avesnes había quedado rezagada. Cuando estas partes alcanzaron la zona donde se encontraban los carros de combate franceses estos despertaron y empezaron a escupir sus proyectiles. Duro y largo combate en el que sufrimos bajas hasta que finalmente se logra acabar con los carros de combate. Ahora debemos continuar urgentemente con el avance pues hasta Landrecies, localidad próxima al río Sambre, son todavía 10 - 15 Km y ahí mi batallón debe establecer hasta el amanecer una cabeza de puente. El batallón de Ilgen se queda en Avesnes.

Mi batallón mixto todavía dispone de 30 carros de combate, la infantería se encuentra muy retrasada pero disponemos del apoyo de tres grupos de motocilistas. El avance continúa. En la próxima localidad confluye una gran carretera desde el noreste. Esta carretera está repleta de convoyes enemigos, artillería, infantería y vehículos civiles. Disparar es inútil, aquí unicamente nos puede ayudar el descaro. Nos acercamos a la carretera ondeando pañuelos blancos y gritamos a los franceses que para ellos la guerra ha acabado y que deben entregar las armas. Muchos obedecen nuestras indicaciones, otros se muestran sorprendidos pero nadie ofrece resistencia. La carretera está tan congestionada que no es posible avanzar. Abandonamos los carros de combate y exigimos a los franceses que pongan orden en este caos. Nosotros nos preguntamos una y otra vez cómo es posible que tan adentro de las líneas enemigas 30 carros de combate alemanes hagan de este modo la guerra, pero esto es una realidad. Lentamente logramos adelantar a los convoyes franceses. Desde hace tres cuartos de hora un oficial francés se encuentra sobre nuestro carro de combate. Hablamos sobre mil cosas. Finalmente me solicita que le permita regresar con sus hombres. Al ser un tipo agradable le permito regresar con sus camaradas, decisión que el oficial francés me agradece. En esos momentos yo no podía imaginar que al alcanzar la supuesta posición donde debía establecerse la cabeza de puente en el Sambre continuariamos avanzando hacia Le Cateau y que debido a la escasez de personal la mayoría de los franceses huiría. El oficial francés seguro que hoy cuenta orgulloso sobre su fantasmagórica marcha en un carro de combate alemán!

En la próxima localidad la misma imágen de convoyes franceses en retirada. Aquí nos encontramos con un cuartel francés repleto de soldados. Nos dirigimos al cuartel y le indico al oficial que él y sus hombres son nuestros prisioneros. Todos se quedan mudos y de nuevo nadie ofrece ninguna resistencia. Un vehículo de reconocimiento blindado francés estacionado en el cuartel es destruido. La marcha continúa. Nuevo objetivo: Le Cateau.

Avanzamos profundamente en terreno enemigo sin encontrar ninguna resistencia, los pañuelos blancos son suficientes. Frecuentemente los soldados franceses nos preguntan: Anglais? Si queremos información de ellos respondemos que sí, en caso contrario respondemos: Allemans! Las reacciones son entonces de gran perplejidad.

En las colinas de Le Cateau establecemos una posición defensiva en todas direcciones al estilo de la vieja receta polaca. Cuatro carros de combate pesados franceses se aproximan. Un carro de combate francés es incendiado mediante una granada perforadora de 7,5 cm. Los tres carros de combate enemigos restantes se retiran. Durante todo el día observamos como a través de la carretera de Le Cateau situada a 1500 metros a nuestra derecha convoyes franceses se retiran. Disponemos de poca munición y el combustible tambien es escaso, hemos de esperar a los sevícios de abastecimiento. El General que nos ha acompañado hasta aquí se despide y decide retroceder con la esperanza de poder establecer contacto con las partes de la división que nos siguen. Como más tarde se podría constatar esto no iba a ser así: la mayor parte de la división se encuentra todavía estancada en Avesnes, unicamente 3 grupos de ametralladoras ligeras de los motociclistas nos han seguido. Esperamos todo el día la llegada del resto de nuestras unidades. Nadie aparece. Enviamos a los prisioneros así como a algunos de nuestros heridos a un pueblo situado a unos 500 metros detrás de nuestra posición. Por desgracia en este pueblo los prisioneros son liberados y nuestros heridos hechos prisioneros. En el transcurso del día la situación se vuelve cada vez más incomoda para nosotros. A nuestras espaldas ninguna comunicación con nuestras tropas, frente a nosotros y en varias ocasiones tambien en nuestros flancos repetidos ataques de carros de combate franceses de 18 y 30 toneladas. La comunicación con el pueblo a nuestras espaldas entretanto cortada por una línea de cañones anticarro. Este día no vemos aviones alemanes, sí en cambio aviones franceses que vuelan a muy baja altura sobre nosotros. Todavía disponemos de aproximadamente 26 carros de combate, 3 de ellos Panzer IV operativos. Las baterías pesadas son posicionadas de forma que puedan disparar en todas direcciones, los cañones de 3,7 cm no pueden dañar los carros de combate pesados.

Tenemos todos una sed horrorosa, no tenemos agua. Hambre no tiene nadie. En los ultimos tres días he comido tres rebanadas de pan, desde hace 24 horas no he comido nada. Encuentro una botella de vino Riesling que me bebo para saciar la insoportable sed, posteriormente me siento borracho, mi estómago está totalmente vacio. He tenido que ajustar mi cinturón 10 cm. No quiero dar más detalles. Tras haber disparado nuestra ultima granada perforadora y haber destruido un carro de combate de 30 toneladas a la mañana siguiente finalmente logramos establecer comunicación con las partes retrasadas de la división. Frente a nosotros se encuentran los restos de 7 carros de combate pesados franceses. Generalmente han atacado en grupos de 3 - 4 vehículos y tras haber sido destruido el primero el resto se ha retirado. Al atardecer y despues de haber sufrido un ataque de artillería iniciamos de nuevo el avance.

El batallón recibe ordenes de marchar desde Le Cateau hasta Cambrai y ahí establecer una cabeza de puente hacia el oeste. Tras haber repostado y amunicionado los vehículos a las 18 horas iniciamos la marcha. Infantería y el regimiento Ilgen estructurado en grupos de exploración avanzan a derecha e izquierda de la carretera. Nosotros marchamos a través de la carretera Le Cateau - Cambrai con la misma energía de los días anteriores. Capturamos medio convoy francés, el resto desgraciadamente logra escapar. Prisioneros franceses indican que en Cambrai se encuentran dos divisiones enemigas. A nosotros no nos importa. Tras arrollar a la infantería enemiga pronto alcanzamos los primeros nucleos urbanos de Cambrai. Entretanto ya ha oscurecido. Destruimos dos barreras metálicas defendidas por cañones anticarro. Hacemos una pausa para discutir el avance a través de Cambrai cuando de repente a derecha e izquierda desde sotanos cañones anticarro franceses abren el fuego contra nosotros. Dos vehículos, uno un Panzer IV, son alcanzados. De forma paralela una tercera barrera situada frente a nosotros y detrás de la cuál se encuentra un carro de combate francés nos ataca e incendia nuestro carro de combate más adelantado. Con el objetivo de organizar la defensa abandono mi vehículo cuando una bala perdida alcanza mi pierna derecha. La herida sangra abundantemente, apenas puedo mantenerme en pié, la guerra para mí ha terminado. El comandante del regimiento asume el mando y yo soy trasladado al hospital militar en Landrecies, a aproximadamente 35 Km. En este hospital paso la noche y me despido de mis hombres de los servícios de retaguardia. Posteriormente soy trasladado a St. Vith (Bélgica). Con el objetivo de evitar una gangrena los medicos amplían la herida y extraen el proyectíl de infantería. Al día siguiente soy trasladado a la patria en un tren enfermería donde encuentro a Ilgen con quien comparto un camarote. La pierna ha sido entablillada, la herida de 12 x 3 cm no me permite moverme pero tiene buen aspecto. Tras 2 - 3 semanas de descanso debería encontrame mucho mejor. Mis hombres han vuelto a hacer un gran trabajo. Las pérdidas de mi batallón hasta el 18.05. por lo que sé: 5 oficiales y entre 40 - 50 suboficiales y tropa. El batallón ha podido sumar nuevos y bonitos éxitos a los ya anteriormente logrados.






Firmado: Sieckenius